Pippa Middleton se casa con el empresario James Matthews en “una boda casi real”

El modisto Giles Deacon viste a la joven, que causó sensación en la boda de su hermana Catalina y el príncipe Guillermo de Inglaterra

Patricia Tubella
Londres, El País
Radiante con un vestido de encaje entallado a su fina silueta, Pippa Middleton se casó este sábado con el financiero James Matthews, entre una enorme expectación mediática que incluso forzó a cerrar el espacio aéreo sobre el pueblecito inglés de Englefield (oeste de Londres). Fue una boda “casi real”, según el veredicto de la prensa nacional sobre el evento, al que asistió una destacada representación de la casa de los Windsor, encabezada por el príncipe Enrique y su esposa Catalina, que es hermana de la novia. Los dos hijos de la pareja, Jorge y Carlota, robaron parte del protagonismo en sus respectivos papeles de paje y dama de honor.


La llegada de Phillipa Middleton a la iglesia medieval de San Marcos, acompañada de su padre, Michael, en un Jaguar MK V descapotable color verde oliva de 1951, desvelaba al filo del mediodía uno de los secretos mejor guardados del enlace. El traje de la novia, un diseño con el que Giles Deacon ha querido resaltar la figura de Pippa, que ya causó sensación en la boda de los duques de Cambridge (2011) con su vestido, entonces de dama de honor, de la firma Alexander McQueen. Aquella imagen, y los interminables comentarios sobre su trasero, pusieron en el foco de la prensa a la hermana de Catalina, una licenciada en Literatura Inglesa de 33 años que básicamente se dedica a la vida social, una vez fallido el intento de rentabilizar su fama escribiendo un libro sobre buenos modales o esporádicas columnas de prensa.

Centenares de curiosos se entremezclaron este sábado con los profesionales de los medios (locales e internacionales) en los aledaños de la iglesia para asistir al desfile del centenar de invitados que acudieron al enlace, entre ellos el tenista Roger Federer y su esposa Mirka. El príncipe Enrique compareció junto a su hermano Guillermo –aunque la rumorología apuntaba a la presencia de su pareja, Megan Markle, en el festejo posterior-, mientras la madre de la novia, Carole, lo hizo del brazo de su hijo menor, James, y ataviada con un traje rosa pálido. Ese fue también el tono del vestido de seda elegido por la duquesa de Cambridge, pendiente en todo momento de los pequeños Jorge (3 años) y Carlota (2, recién cumplidos).

Tras concluir la ceremonia religiosa, de 45 minutos de duración, los novios posaron para las cámaras e incluyeron un beso en la estampa. Esa será la fotografía que copará portadas en los periódicos británicos, vetados del banquete posterior que se celebró en la vivienda familiar de los Middleton en Buclkebury, a menos de 10 kilómetros de la iglesia de San Marcos. A pesar del acuerdo de confidencialidad que tuvo que firmar todo el personal del servicio del ágape, o del cierre del espacio aéreo también sobre Buclkebury para evitar la presencia de drones armados con cámaras de la prensa, han trascendido algunos detalles como la instalación en el jardín de la mansión georgiana de una enorme carpa de cristal o de lujosos baños portátiles rematados en roble.

En ese entorno más relajado del convite, libre de objetivos indiscretos y en el que se concentraron 300 invitados, se esperaba la presencia de novia de Enrique, la actriz estadounidense con la que el soltero de oro de los Windsor parece haber estabilizado una relación en los últimos meses. De ser así, Megan Markle podrá disfrutar del caviar Beluga enviado por un donante ruso anónimo (nada menos que 8 kilos) o de las viandas escocesas con las que el contrayente, un gestor de fondos de inversión de 41 años, quiso resaltar su condición de heredero del título de Laird of Glen Affric. Pippa no se ha casado con la realeza, pero acaba de ingresar en lo más granado de la aristocracia.

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