Las mujeres dan un paso al frente en Alhucemas

Un ama de casa con cuatro hijos llama a la movilización pacífica en las concentraciones de protesta

Francisco Peregil
Alhucemas, El País
Lunes por la noche en Alhucemas. Cuarta jornada de protestas tras la orden de arresto de Nasser Zafzafi, el líder del Movimiento Popular, y de 40 activistas. Ahora, 27 continúan detenidos, siete han sido puestos en libertad y otros siete permanecen en libertad con cargos. Todo el mundo sabe ya en esta ciudad de 60.000 habitantes que Zafzafi ha sido detenido junto a varios de sus más íntimos amigos. La brigada de la policía judicial se encarga de interrogarle en Casablanca, a unas nueve horas en coche desde Alhucemas. Circulan vídeos en los que supuestamente se le ve a él, en manos de la policía, con la cabeza tapada con una camiseta ensangrentada, conducido desde un helicóptero a una furgoneta. No existe ninguna confirmación oficial de que el hombre que aparece en el vídeo sea Zafzafi. Pero el comentario en las redes y en la calle es que está siendo tratado como un terrorista. Y ahora resta saber cómo van a reaccionar los jóvenes en Alhucemas y qué hará la policía.


A las 22.30, las furgonetas antidisturbios se cuentan por decenas en la calle donde murió el 28 de octubre el vendedor de pescado Mouhcine Fikri. También está preparada una tanqueta de agua. Los agentes impiden que nadie se concentre en la plaza principal. Muchos jóvenes cruzan delante de ellos sin decir nada, a paso rápido, hacia el lugar de concentración previsto, en lo alto de una pendiente empinada en el barrio de Sidi Abed. Este martes hay casi el doble de jóvenes que el día anterior. Decenas de ellos llevan carteles con el lema Todos somos Nasser.

El joven que cogió el altavoz el día anterior, el que arengó: “el Movimiento es pacífico y así va a seguir. Si me detienen a mí, otro me sustituirá”, hoy no está. No lo han detenido. Simplemente, “no contesta al teléfono ni aparece en Facebook”, explican sus compañeros. Ahora es una mujer la que toma el altavoz. Es la misma que el domingo clamó: “Las mujeres también tienen que salir con nosotros, porque han detenido a nuestros hijos y nuestros maridos. Y no hemos hecho mal a nadie”.

Se llama Nawal Benaisa, tiene 36 años, es ama de casa, está casada y tiene cuatro hijos. Los hombres siguen siendo mayoría en la concentración, pero este lunes hay más mujeres que nunca. “Vamos a seguir saliendo a la calle igual que lo hemos hecho hoy. Todos los días, hasta que liberen a los detenidos”, grita Benaisa. Durante toda la mañana, un grupo de unas 15 madres, hijas y hermanas de los detenidos permanecieron en silencio enfrente de la comisaría del Alhucemas. Ahora, en la concentración del lunes, se ven también mujeres que han acudido en grupo. Entre las de más edad hay quienes se han cubierto todo el rostro con un pañuelo y solo dejan ver los ojos. Otra joven llega con su bebé en un carrito. Desde la ventana de una casa otra mujer reparte garrafas de agua entre los manifestantes.

La gente que ocupaba las terceras filas del Movimiento hasta hace cuatro días se encarga ahora de poner orden en las manifestaciones. El segundo hombre de Nasser Zafzafi, el que creaba los cánticos de las manifestaciones, Nabil Ahamyik, se encuentra en paradero desconocido. En la clandestinidad publicó un comunicado este fin de semana en el que apelaba a que las protestas sigan siendo pacíficas.

Ahora, cientos de jóvenes, gritan en el barrio de Sidi Abed: “Pacífica, pacífica, ni piedras ni navajas”. Y también: “Te debemos mucho, Nasser, con alma y sangre”; “Todos estamos tristes, nos mata el Majzén [el poder del Palacio Real]; “Una sola palabra: este Estado es corrupto”; “Me han dicho quién eres. Soy amazig. ¿Cuánto cuestas? No estoy en venta”.

Faysal Ouassar, responsable local de la Asociación Marroquí de Derechos del Hombre (AMDH), sostiene que las causas que la originaron las protestas siguen sin resolverse. "Y por eso la gente seguirá saliendo a la calle". Cuando se le indica que hay otras zonas en Marruecos más pobres que el Rif, con peores infraestructuras y menos centros educativos y de salud, donde la gente no se manifiesta durante siete meses, Ouassar señala: "Pero hay que conocer la historia del Rif. Aquí hay mucha rabia, mucha ira acumulada durante mucho tiempo, ante las injusticias sufridas".

Antes de que den las 12 de la noche Benaisa pide, como hizo la noche anterior, que cada uno se vuelva a su casa pacíficamente. “No podemos entrar en las provocaciones de la policía”. Y llama a la huelga general para el martes. Los jóvenes bajan la cuesta y la mayoría intenta pasar por calles donde no están apostados los antidisturbios. Después, decenas de ellos se quedan en las aceras, mirando a los policías y los policías mirándoles a ellos. Ese es el ambiente.

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