La Pipa de la paz

El Boca de Barros Schelotto se refundó, cambió verticalidad por orden y actitud, y gracias a Benedetto, que inventó un golazo que valió el triunfo, volvió la calma...

Ramiro Scandolo
rscandolo@ole.com.ar
Hay partidos y partidos, pero las finales se juegan así. A lo Boca. A lo Boca de Bianchi. Cuando un equipo corre riesgo de dejar de creer en sí mismo, en las cuestiones de formas y de fondo, y la competencia está tan avanzada, a veces es preferible pisar el freno, hacer una pausa, replantear lo que se está haciendo mal, refundarse y volver a arrancar. Posiblemente hubiera convenido hacerlo una semana antes, en el superclásico, pero mejor tarde que nunca. Cuatro-dos-tres-uno, cuatro-cuatro-dos o cuatro-uno-cuatro-uno, como fuera según el momento del partido, el equipo se armó de atrás para adelante en vez de adelante para atrás y, con una sólida victoria por 1-0, espantó todos los fantasmas, incluso al de la B.


Esos cuatro o cinco minutos que pasaron entre que Boca salió al campo de juego y arrancó el partido dividen el mundo en dos: te pesa la camiseta o no, te achicás o te agrandás, lo sufrís o lo disfrutás. Sin vueltas. Porque si Riquelme había pedido que la Bombonera tuviera paciencia si el equipo no metía un gol enseguida, mucho caso no le hicieron: no había arrancado el partido y las tribunas se caían encima de los jugadores, con ese pedido que aparece en los momentos temblorosos rumbo a cualquier título: “Para ser campeón, hoy hay que ganar...”. Y este Boca también pasó esa prueba, la de la presión por recuperarse pronto y en su propia casa.

No van a faltar quienes cuestionen a Guillermo por una posible traición a algunos de sus principios, pero la corrección que hizo fue valiente: resignó vértigo por orden y desequilibrio individual por actitud. ¡Era lo que hacía falta y él lo sabía! Tobio alejó la sensación de error que daba Vergini, Jara protegió a Peruzzi, Silva cerró su sector y Barrios... Barrios se adueñó del mediocampo, hizo parecer que sobraban Gago y Pérez (les costó encontrar su función), contagia a sus compañeros (y a los hinchas) y sigue sin entenderse por qué no jugó la semana pasada.

Ahora bien, si Boca piensa seguir jugando con esta idea, por más que Newell’s sea un equipo al que es difícil entrarle, habrá que acostumbrarse a ver a un equipo más terrenal todavía. Bajó un escalón cuando se fue Tevez, otro con las lesiones de Centurión y el nivel de Pavón, y otro más ahora que parece priorizar más su arco que el de enfrente y pasa a depender de algún acierto del Pipa Benedetto, un 9 capaz de generar goles sin ayuda de nadie más.

Sin margen de error desde la fecha pasada, a Boca no le queda otra que vivir cada una de las cinco fechas como una final. Jugarlas así. Aunque después de este triunfo, haya algo más de tranquilidad. Jugarlas así. Como se debe. Como siempre debió ser.

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