Google despliega su arsenal de futuro

Rosa Jiménez Cano
Es difícil sentir que alguien de su nivel balbucea y se queda unos segundos sin respuesta. Sundar Pichai, el CEO de Google, es todo prudencia y cercanía, equilibrio y explicaciones en voz baja. Pero en una de sus primera llamadas con analistas, tras el anuncio de, como casi siempre, unos sobresalientes resultados financieros, no supo qué contestar. Al ejecutivo en la cima de la pirámide de Google le preguntaron qué pasaría con Google en un mundo sin pantallas.


Tras este trago amargo, Pichai reaccionó. Puso la empresa del revés, creó nuevas divisiones, eliminó equipos… Google se ha renovado, se mueve en muchísimas direcciones y, lo más importante, se presenta como una empresa que ya ha superado la fase móvil. Google lo repite como un mantra: “AI first”, leído ei-ai-ferst. La obsesión es potenciar su apuesta por la inteligencia artificial. De “primero el móvil” han pasado a tener una visión en la que la inteligencia artificial es transversal, al margen del dispositivo que se use.

El día que la vaca de los Adwords se seque, Google tebdrá que seguir haciendo dinero con servicios relacionados con esta tecnología, permitir que terceros usen sus avances para hacerse la plataforma estándar sin tener que usar necesariamente las pantallas.

Durante tres días, Google desplegó su arsenal en un anfiteatro, el patio trasero de su campus. Lo convirtió en una feria de pueblo, con sus espectáculos ambulantes y puestecitos de comida, para conquistar a los que harán crecer a Google usando sus herramientas. Los desarrolladores son la clave para que su plan sea una realidad.

Para Google, la inteligencia artificial es el núcleo de su dominio en el futuro. Mientras que otras plataformas hablan de bots e interfaces con los que conversar, Google responde con TensorFlow, un catálogo de herramientas que se integra en su nube. Los de Mountain View se imaginan a su motor escogiendo el mejor camino para llegar al trabajo, pero también las fotos de las vacaciones para después crear un álbum impreso con los mejores momentos. Elegidos por ellos, sí, por un ente virtual. ¿Por qué quiere Google volver al papel? ¿Por qué ese salto al pasado y con un movimiento tan poco ecológico? Para ganar confianza. Son conscientes del miedo que desprende dejar decisiones en manos de un ente sin cara ni ojos, pero también que, bien entrenado, tomará mejores decisiones que los humanos, siempre tan sesgados.

Google Home es la avanzadilla en comprensión de lenguaje. El asistente virtual, que ahora combina comandos de voz con preguntas desde el teclado (ya era hora de que alguien pensase en que en algunas situaciones no apetece hablar con máquinas), ha ganado la partida a Apple en dos planos. Han llegado más tarde, pero mejor. En el caso de los de Cupertino suele suceder todo lo contrario. Con Siri crearon la categoría, marcaron el paso y se han quedado rezagados. Amazon, con Alexa, no solo tiene varios aparatos en el mercado, sino que se están convirtiendo en el estándar para el hogar conectado. Los de Seattle han sido los primeros en añadir anuncios. Lógico, su negocio principal es una gigante tienda online. Google llega después, con varios aparatos y Android, que ya funciona en 2.000 millones de dispositivos, como plataforma transversal.

Siri apenas ha evolucionado en tres años. Alexa y Google mejoran mes a mes. ¿Pretende Google poner anuncios de voz? En un encuentro con directivos ni confirmaron ni desmintieron. Lo dejaron en un escueto y clarificador: “Primero el consumidor, que se sienta a gusto, que lo use, que se familiarice. Después, todo lo demás”.
Sede de Google de Mountain View, California.
Sede de Google de Mountain View, California. Getty Images

Por supuesto, Google cuenta con ingresos alternativos y más empresas. Pichai tiene margen pero el 77% del dinero que entra sigue dependiendo del algoritmo de búsqueda, esa salsa secreta que ha creado una economía a su alrededor. Con su propia bolsa, en la que cada palabra tiene un precio que oscila según la oferta y la demanda, según la fecha, según desde donde se contrate el anuncio o teniendo en cuenta el dispositivo que utilice el consumidor. En I/O se mostró todo el arsenal de Google, pero Alphabet es mucho más.

Ahora funcionan como un núcleo central que sabe desarrollar rápido gracias a los satélites que adquiere o crea en Alphabet. El corazón es generalista, las extremidades se especializan.

Diversificación del negocio

Por eso tienen divisiones para diferentes áreas de investigación. Hay dos que responden a una necesidad arraigada en la zona. Y ambas tienen la inteligencia artificial como núcleo. A Silicon Valley le obsesionan los mismos problemas que al resto del mundo, la búsqueda de empleo para alcanzar cierto bienestar, el transporte y, sobre todo, derrotar a la muerte.

Pichai tiene margen, pero el 77% del diner que entra sigue dependiendo del algoritmo de búsqueda

Todavía no han conseguido detenerla, pero se conforman. Calico está especializada en ciencias de la salud. TensorFlow ya se prueba en imágenes para detección de cáncer de mama. Son prudentes a la hora de compartir resultados. Dejan entrever que lo hace como un facultativo, pero destaca en lo más complicado: descartando falsos positivos con un mayor rango de acierto.

Waymo es la otra consentida del catálogo. El coche sin conductor, además de pretender descongestionar el centro de las ciudades con un modelo de uso por suscripción en lugar de propiedad, puede encajar dentro de esta estrategia comercial que carezca de pantalla:

¿Y si fuese gratis ir al centro comercial y volver a casa a cambio de parar en una tienda y opinar sobre un vestido o tomar una muestra de perfume?

Google sigue siendo el corazón y el alma de Silicon Valley. Sabe que su liderazgo depende de la capacidad de seducción, del apego y entusiasmo con que acojan sus herramientas los más de 7.000 desarrolladores de I/O. El mundo sin pantallas depende de ellos.

El nuevo Google ya no da prioridad a la pantalla. Tampoco a la nube, tampoco a Android… Como dice Pichai: “AI first”.

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