Hay dos hipótesis de la tragedia

Horror. El lugar donde se estrelló el avión de la empresa LaMia quedó con las huellas del desastre marcadas en sus laderas. Hay dolor en 71 familias

Christian Peña y Lillo / Mauricio Cambará
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El verde musgo de las faldas del Cerro El Gordo quedó marcado con el blanco del fuselaje del avión que se estrelló la noche del lunes con 77 almas a bordo, de las cuales seis le esquivaron a la muerte y 71 se fueron de este mundo, dejando luto, dolor, impotencia y lágrimas en sus familias. El siniestro se llevó la vida de 22 futbolistas brasileños del club Chapecoense, de 20 periodistas, 25 acompañantes del club que buscaban la gloria en tierra colombiana y de 7 tripulantes, la mayoría bolivianos.

Los informes de los medios colombianos indican que la impresión de los primeros rescatistas, que llegaron al lugar en medio de las penumbras, fue simplemente de horror.

Cuerpos esparcidos por todos lados, una masa de fierros retorcidos que antes formaba un avión y el silencio de un cementerio, fueron algunas de las escenas con que se encontraron los voluntarios que llegaron hasta el sitio donde el avión de la empresa boliviana LaMia, un Avro Regional RJ85, se estrelló a 17 kilómetros del Aeropuerto Internacional José María Córdova, de Medellín (Colombia).

Los rescatistas -que empezaron su tarea la misma noche del lunes- no esperaban encontrar supervivientes, pero sorpresivamente constataron que en medio de tanta desgracia también habían milagros.
Si bien lo primero que vieron fue muerte, poco tiempo después las voces de vida les llenaron el alma. Lograron evacuar con vida a dos tripulantes de la nave (Ximena Suárez y Erwin Tumiri), a tres jugadores del equipo Chapecoense (Alan Luciano Ruschel, Jackson Ragnar Follman y Hélio Zampier Neto) y a un periodista (Rafael Hensel).

Los familiares de los fallecidos hacían votos, a través de sus redes sociales, para que los números del luto bajen y las esperanzas de más sobrevivientes suban. Sin embargo, antes del final de una jornada llena de mensajes de solidaridad para las familias de quienes perdieron la vida y luego de casi 15 horas de trabajo, las autoridades colombianas dieron por cerradas las tareas de rescate y confirmaron las cifras negras de esta tragedia, 71 muertos y seis sobrevivientes.

Una tripulación con cinco bolivianos
Los bolivianos Micky Quiroga, Ovar Goytia, Rómel Vacaflores, Álex Quispe, Sisy Arias, Ximena Suárez y Erwin Tumiri, además del paraguayo Gustavo Encina y del venezolano Ángel Lugo, formaban la tripulación encargada de llevar al equipo brasileño Chapecoense, a sus dirigentes y a un grupo de periodistas del vecino país hasta Medellín, donde los esperaba Atlético Nacional para disputar la primera final de la Copa Sudamericana.

Tras el impacto en el cerro colombiano, los sueños de gloria de los futbolistas y las promesas de regreso de siete de los nueve tripulantes a sus seres queridos se esfumaron.

Solo esperan recuperarse completamente en centros asistenciales colombianos, Suárez y Tumiri. Ambos son parte del milagro de este siniestro, ya que si bien tienen golpes en todo el cuerpo, los médicos indican que están estables.

El periodista Jorge Arias, su hijo Junior y su exesposa Gabriela Paravicini, ya están en Medellín para tramitar la repatriación del cuerpo de su hija, la joven piloto Sisy Arias Paravicini, que antes de partir del aeropuerto Viru Viru habló con Gigavisión y dijo sentirse feliz de tener la confianza de los jugadores del equipo de Chapecoense.

Posibles causas del siniestro
Pilotos y autoridades de aeronaútica civil han planteado varias hipótesis de lo que pudo haber ocurrido con la nave de la empresa LaMia, aunque lo que demuestren las dos cajas negras del avión encontradas intactas por los rescatistas, será el sello que pondrá fin a las especulaciones.

Lo primero que se ha señalado es la falta de combustible que pudo haber tenido el avión, ya que el impacto de la nave en el cerro no hizo que explote, situación que también permitió que las personas que sobrevivieron al siniestro no sufrieran quemaduras de ningún tipo.

El segundo factor fue el desvío hacia Rionegro de un avión de la empresa Viva Colombia, que salió desde Bogotá hacia San Andrés.

Esta nave, por una determinación de los tripulantes, decidió aterrizar en Rionegro, el mismo lugar donde estaba previsto el descenso de LaMia, como una medida preventiva ya que estaba perdiendo combustible.

Según varias fuentes, y siguiendo los protocolos de trabajo en estas situaciones, la torre privilegió el aterrizaje del avión de Viva Colombia, el cual había reportado una situación anormal de vuelo. La instrucción para los otros aviones fue sobrevolar la zona por encima de los 21.000 pies, lo que indicaba a su vez que, una vez aterrizara la aeronave de Viva Colombia, LaMia no tendría el primer turno para buscar pista, sino el tercero o cuarto.

Fue entonces cuando la nave que llevaba a Chapecoense hizo conocer que se estaba quedando sin combustible y pidió prioridad para aterrizar. Sin embargo, la autorización, al parecer, llegó tarde ya que la nave presentó una falla eléctrica total que la dejó sin operabilidad y luego perdió contacto con la torre de control del aeropuerto.

El gerente de la empresa aérea, Gustavo Vargas, en una entrevista al periódico colombiano El Tiempo dijo que el plan de vuelo original tenía previsto aterrizar en Cobija para reabastecerse de combustible o hacerlo en Bogotá, como un plan alterno. Nada de esto ocurrió y la tragedia aérea en suelo colombiano marcó el cierre de este año

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